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Lunes, 01 Junio 2020 18:51

Campaña 2020/2021. El uso de tecnología en trigo no se reperfila y va por otro salto

Con la siembra de trigo en marcha, que podría expandirse en 200.000 hectáreas versus 2019 para alcanzar los 6,8 millones de hectáreas, se van conociendo decisiones de productores y técnicos sobre las estrategias de manejo y aplicación de tecnología adoptada para esta campaña. Según un informe del Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (Retaa) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en el último ciclo agrícola en trigo el nivel tecnológico medio fue el más preponderante a nivel país. Un 55% de los productores estuvo en el nivel tecnológico medio, un 32% en el alto y un 13% en el bajo. "En relación a la campaña anterior, se observó un traspaso de nivel bajo a medio, manteniéndose el de alta tecnología", señala la entidad.

Entre otras variables, aumentó la fertilización en trigo. A modo de ejemplo, en el caso de la urea, en la campaña 2019/20 la dosis promedio aplicada a nivel país fue de 150 kg/ha, un incremento del 11% en relación a la campaña 2018/19. Por el lado del fosfato diamónico, la dosis promedio utilizada fue de 85 kg/ha, una suba del 17%. También el año pasado se incrementó el cuidado sanitario del cultivo.

¿Cómo se está planificando el trigo esta campaña? La pregunta cobra relevancia no solo desde lo productivo por la recuperación que tuvo el trigo en los últimos años en las variables de la tecnología aplicada, sino también ante las versiones que corrieron en los últimos meses, por ahora despejadas por el ministro de Agricultura, Luis Basterra, sobre un incremento de las retenciones del actual nivel del 12 al 15% para un cultivo que no solo es la "caja" de fin de año sino clave para la rotación y salud de los suelos. En concreto, ¿el trigo reperfila su mejora de los últimos años o va por otro salto?

Según Martín Díaz-Zorita, experto de DZD Agro y docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa, "hoy conviven mayormente dos estrategias de fertilización".

"En la mayoría de las regiones y lotes de producción, aún con adecuadas reservas de agua en la siembra, se percibe la intención de repetir el modelo de fertilización aplicado en la campaña anterior. Esta fue mayormente de correcciones en dosis medianas con fuentes con fósforo aplicadas al sembrar y la fertilización con nitrógeno entre la siembra y hasta inicio del macollaje también en dosis suficientes para alcanzar niveles medios (frecuentes) de rendimientos. En algunas regiones, centro-sur y este pampeana, conviviendo aplicaciones completas en la siembra o macollaje temprano con la división entre este momento y hacia pleno macollaje", dijo.

"Por el otro lado, en lotes con perfil hídrico completo y presencia de agua freática o casos con mayor intensificación en las tecnologías del cultivo, se está planteando más que aumentos de dosis de los fertilizantes con nitrógeno o con fósforo, la incorporación de otros elementos que mejoren la eficiencia de uso de estos primeros. Es el caso de la aplicación de azufre y de zinc. El primero en casi todas las regiones trigueras, mientras que el caso del zinc mayormente hacia el área centro-oeste pampeana", agregó.

Para Juan Pablo Ioele, técnico del INTA Marcos Juárez, en años donde falla la recarga otoñal resulta decisivo determinar el agua al arranque del cultivo para "simular la capacidad del mismo de copiar la humedad del perfil". Al respecto, ejemplificó: "Tuvimos que rediseñar la rotación en numerosos campos del sur cordobés pasando a trigo rastrojos de maíz donde tenemos más humedad. Este tipo de práctica necesita de algunos recaudos a tener en cuenta ya que la siembra y fertilización nitrogenada en un escenario de rastrojo muy voluminoso representa un gran desafío", dijo.

En rigor, para estos sitios se seleccionó un material con requerimiento de frío y lo más tolerante a heladas posible. "En nuestra zona, a medida que nos continentalizamos las amplitudes térmicas son muy altas y las heladas incrementan su acción sobre los lotes con rastrojo, respecto de los lotes descubiertos con bajas coberturas", expresó.

"La inmovilización del nitrógeno aplicado que tenemos en metodologías de aporte voleado o hasta chorreado suelen ser muy altas en años con bajas precipitaciones posteriores, teniendo como consecuencia una baja eficiencia de la práctica, con lo cual la metodología de incorporado sólido previo a la siembra es la que mejor resultados nos viene dando, ya que aseguramos el nutriente debajo de la cobertura. También nos ayuda a preparar la cama de siembra, ya que la pasada de la máquina incorporadora acomoda los altos volúmenes de cobertura y, a su vez, al ser una práctica anticipada a la implantación aumenta la probabilidad de recibir lluvias en el ciclo, versus algunas prácticas efectuadas más adelante como, por ejemplo, en macollaje", precisó.

Gustavo Duarte, consultor y productor, remarcó que la selección de la variedad, la reducción de la competencia por malezas y el control de enfermedades son parte importante en la mejora del rinde que cada ambiente productivo puede ofrecer.

"Para la pradera pampeana eso explicaría que al menos unos 400/500 kg de la mejora pasa por ahí. La elección de la variedad debe estar determinada por variables como rendimiento, tolerancia al frío en pasto, comportamiento sanitario, largo de ciclo, calidad comercial, etcétera, tratando de ajustar con la fecha de siembra el momento de menor impacto de dos factores muy sensibles al rinde, como es el riesgo de heladas y el golpe de calor", indicó.

En tanto, según Duarte, en cuanto a la protección hay que tener presente cuáles de las malezas son problema para ordenar la estrategia de control. "Por ejemplo, raigrás y nabos están siendo relevadas en casi la mayoría de los ambientes productivos y demandarán estrategias muy diferentes a las utilizadas hasta ahora. Y desde las enfermedades hay que tener presente que el monitoreo de la semilla, y durante el ciclo, es la base para establecer buenos controles de los patógenos presentes. El cambio varietal forma parte de esa estrategia, pero hay variedades que aun mantienen un altísimo potencial de rendimiento si somos capaces de protegerlas adecuadamente", señaló.

Se prevé otro récord en nutrición

Según Andrés Grasso, de Fertilizar AC, en el actual contexto de precios relativos y humedad de suelos se espera un crecimiento en el uso de fertilizantes de un 6-7%. "La preventa es muy interesante, pero la gente también adelantó compras contra la cobranza de soja, por lo que no es un indicador confiable. La favorable relación de precios entre los fertilizantes y el trigo enero 2021 son factores adicionales que acompañan e incentivan a concretar negocios de comercialización de este insumo clave para la generación de rendimiento", dijo.

"El volumen comercializado estimado para 2020/21 sería un nuevo máximo alcanzado para el cultivo de trigo superando al volumen despachado en 2019/20, que fue de 1,523 millones de toneladas, que a su vez ya venía de un aumento significativo de un 11% superior contra los 1,371 millones de toneladas de la campaña 2018/19", agregó.

Para Grasso, "la explicación a esta notable recuperación del uso de fertilizantes en trigo" está basada en la suba de la superficie de los últimos años y en el "aumento paulatino pero constante del nivel tecnológico implementado en la nutrición del cultivo, en donde la dosis media de fertilizantes pasó de 130 kg/ha en la última campaña de la intervención en 2015/16 a 240 kg/ha en la campaña 2019/20".

El paso a paso de la fertilización

Martín Díaz Zorita, de DZD Agro, realizó las siguientes recomendaciones en materia de fertilización:

"Entre las recomendaciones a considerar se encuentra la elaboración de estrategias a partir de datos propios de cada sitio o lote de manejo considerando conocer el estado de humedad y de fertilidad de los suelos, la definición del tipo de modelo del cultivo ("defensivo", "valorizando el sistema" o "productivo") y sin dudas la relación de costos entre los fertilizantes disponibles a utilizar en el cultivo y el valor esperado de la producción".

"Desde el manejo de los nutrientes hay que recordar que la mayor eficiencia de uso (kg producidos por kg aplicado) del fósforo se logra a partir de la ubicación próxima a las raíces, que las demandas de nitrógeno son proporcionales a las expectativas (no los promedios) de producción (granos y concentración de proteínas) y que su incorporación en el cultivo tiene que lograrse con anticipación al inicio de la encañazón".

"El azufre y el zinc son dos elementos que con alta frecuencia limitan la producción y su inclusión, en dosis y momentos adecuados de aplicación, mejora la eficiencia de los dos elementos mayores: fósforo y nitrógeno".

"Sin dudas, lograr un asesoramiento profesional local ayuda a perfeccionar estas estrategias y definir los planteos mas adecuados para cada tipo de cultivo. En nutrición no hay recetas sino elementos clave que no podemos dejar de considerar y en un año como este con diversidad de condiciones agronómicas y de producción es clave repasar con datos todos estos elementos y así plantear modelos que maximicen la contribución de la nutrición y producción del cultivo".

Campo – La Nación – Fernando Bertello