La Bolsa de Cereales de Córdoba elaboró un completo relevamiento sobre las estrategias de fertilización de maíz que siguieron los productores de la provincia durante la campaña 2019/2020. Del informe se desprenden tanto datos positivos como negativos. Entre ellos, por ejemplo, que si bien la dosis de nitrógeno aplicada en el último ciclo es el doble que hace cuatro campañas, la reposición de nutrientes sigue siendo insuficiente: los suelos recuperan apenas el 30 por ciento de lo que extrae el cultivo. Los datos reflejan que 90 por ciento del área maicera cordobesa recibió algún tipo de fertilización durante todo el ciclo del cultivo.
Lo que dominó fue la doble fertilización, con una aplicación a la siembra y una refertilización en V6: esta estrategia se aplicó en el 40 por ciento de la superficie. En tanto, en 36 por ciento se incorporaron nutrientes sólo a la siembra, y en 14 por ciento sólo se adicionaron fertilizantes foliares.
“Este año, debido a que las lluvias llegaron tarde, muchos productores optaron por fertilizar el cereal en estados más avanzados, utilizando productos líquidos. Por último, un 10 por ciento de la superficie no se habría fertilizado, correspondiente a 273.000 hectáreas”, explicó la Bolsa.
Dosis
Si se tiene en cuenta los principales nutrientes requeridos, las dosis promedio fueron de 65 kilogramos por hectárea de nitrógeno, que equivalen a 142 kilos de urea; y de 16 kilos por hectárea de fósforo (185 kilos de superfosfato simple).
Si se observa la serie histórica de los últimos años, se nota un continuo aumento de la incorporación de nitrógeno, aspecto fundamental para sostener los rindes. En la temporada 2015/16, sólo se utilizaron 30 kilos por hectárea; cifra que pasó a 44 kilos en la campaña siguiente, y siguió por una escalera ascendente de 49 kilos, 54 kilos y 65 kilos en las últimas tres.
En cambio, la situación con el fósforo es distinta: en la última campaña se aplicaron 16 kilos por hectárea, por debajo de los 19 kilos del ciclo anterior y apenas por encima de los entre 12 y 15 kilos de los años previos.
De todos modos, en ambos casos el aporte de nutrientes fue insuficiente: si se tiene en cuenta que cada tonelada de maíz cosechada extrae 22 kilos de nitrógeno y cuatro de fósforo, la Bolsa estimó que sólo se repuso 30 por ciento en el caso del primer mineral, y 35 por ciento en el segundo.
“Es decir, que por cada 1.000 kilos de grano de maíz cosechado, volvieron al suelo vía fertilización 300 kilos de nitrógeno y 350 kilos del fósforo, lo que indica un balance deficitario para ambos. Año tras año este valor se mantiene estable, con una disminución de uno por ciento respecto a la campaña pasada”, precisó el informe.
De esta manera, el volumen total de fertilizantes consumidos durante la campaña maicera superó las 184 mil toneladas, 11 por ciento por debajo de la campaña anterior cuando se superaron las 200 mil toneladas
Medidos en toneladas de urea y superfosfato simple, los volúmenes de nitrógeno y fósforo utilizados en la última campaña de maíz en la provincia significaron una inversión aproximada a los 170 millones de dólares.