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Sábado, 10 Octubre 2020 21:34

Maíz en el sur bonaerense: ¿Más nitrógeno y menos plantas?

Por Guillermo Divito.

El principal interrogante de las últimas tres campañas en nuestra zona del centro y sur bonaerense es ¿Más nitrógeno y menos plantas en maíz? Este debate lo hemos tenido en la regional Juan Manuel Fangio (JMF) de Aapresid, realizado en colaboración inter-institucional entre dicho grupo de productores, la Regional Necochea e investigadores de la Unidad Integrada (INTA-FCA) Balcarce. El análisis incluyó alrededor de 400 lotes (18.000 hectáreas) de un área limitada por Gral. Madariaga, Mar del Plata, Necochea y Lobería.

Respecto a la nutrición del cultivo, se observa que la dosis media de nitrógeno (N) aplicada en siembras tempranas fue 63 kg N/ha (equivalente a unos 137 kg de urea) en ambientes de alto y medio potencial. En tanto que en siembras tardías las mismas fueron cercanas a 42 y 55 kg N/ha para ambientes de alta y media productividad, respectivamente. Aquí se destaca que los modelos calibrados localmente indican que para los rendimientos medios que planteamos como objetivo en maíces tempranos (10.000 kg/ha) se deberían aplicar dosis de N cercanas a 120 kg/ha. En maíz tardío la diferencia entre las dosis empleadas y lo calculado por los modelos zonales fue menor, pero igualmente relevante (aproximadamente 20 kg N/ha).

El rendimiento alcanzable por el maíz ha aumentado consistentemente en las últimas décadas, apoyado principalmente en la interacción entre el mejoramiento genético y el manejo del cultivo. Mientras la productividad del agua (kg grano/mm de agua disponible) aumentó notablemente, la productividad del N (kg grano/kg N disponible) lo hizo en mucha menor medida. Así, para capitalizar los incrementos en el rendimiento alcanzable a campo deberemos readecuar la fertilización, más aún considerando la disminución sostenida del potencial aporte por mineralización de los suelos.

Por otro lado, del análisis surge que en ambientes de alto potencial, donde en promedio el rendimiento fue cercano a los 9200 kg/ha, las densidades de siembra medias fueron cercanas a 62 mil plantas/ha. En ambientes caracterizados como de potencial intermedio-bajo el rendimiento fue cercano a 8200 kg/ha y la densidad 61 mil plantas/ha. En siembras tardías, estas relaciones se mantuvieron: en ambientes de alto potencial se emplearon 59 mil pl/ha para rendimientos medios de 8700 kg/ha, mientras que en ambientes de media productividad se sembraron 53 mil plantas y se obtuvieron rendimientos cercanos a 8000 kg/ha.

Los híbridos actuales poseen mayor plasticidad reproductiva y mayor tolerancia al estrés. Esto, en conjunto, reduce la respuesta del cultivo a la densidad. Así, al contrastar las densidades usadas a campo con la información generada en ensayos controlados y de redes de ensayos de productores de Aapresid, surge que podríamos reducir la densidad de siembra sin grandes penalidades. O que, alternativamente, la penalidad por reducir la densidad sería menor a la penalidad por una oferta escasa de N.

Sobre la base de lo descripto, planteamos la hipótesis que podríamos obtener beneficios al reasignar recursos económicos, generalmente limitantes, bajando la densidad de plantas y fertilizando mejor el cultivo. Esta recomendación debería ajustarse según características de cada híbrido y ambiente pero, en promedio, se podría plantear una reducción de la densidad cercana a 15-25%. Según la relación de costos actual, para los híbridos más empleados, 1000 semillas de maíz equivalen a 2,5 kg de N puestos en el campo. Por ello, el ahorro debido a la reducción de densidad permitiría incrementar unos 35 kg/ha la dosis de N aplicada.

En síntesis, la información disponible nos indica que podríamos mejorar el retorno de la inversión en maíz si reducimos la densidad de siembra y aumentamos las dosis de N. Es importante validar estos modelos en nuestros ambientes a fin de realizar ajustes. En campos de las Regionales de Aapresid ya comenzamos a hacerlo.

Colaboraron Germán Berg, Juan P Edwards Molinay Anibal Cerrudo.

Campo – La Nación