"Trabajé en la instalación del primer equipo de aplicación selectiva de herbicidas en la Argentina, en la aceitera General Deheza, y desde allí mi actividad con esta tecnología nunca se detuvo", recuerda el ingeniero Julián Muguerza, productor, asesor y contratista en tecnologías que aplican quienes producen siguiendo las buenas prácticas agrícolas. En la actualidad, Muguerza desarrolla sus trabajos en Laboulaye (Córdoba), General Rivas (Buenos Aires) y desde una administración en Posadas (Misiones) desde donde desarrolla tecnología en campos de Paraguay Uruguay. "Entre la superficie trabajada en forma directa, más la que asesoramos y donde prestamos servicios, totalizamos unas 5.000 a 6.000 hectáreas por año", precisa el ingeniero, que es el CEO de Glimax, una empresa conformada por un grupo de profesionales especializados en tecnologías como las de aplicaciones selectivas, lo que les lleva bastante tiempo en pruebas y experimentación de campo.
Otra herramienta que utilizan para hacer más eficiente sus aplicaciones de fitosanitarios es la pulverización anticipada, en la cual se evita el "enmalezado" al hacer aplicaciones con las malezas más chicas. "Así podemos ajustar la dosis y lograr ahorros de herbicidas de hasta el 95%. Así fue por ejemplo en un lote de Rye Grass en el norte de Buenos Aires", subraya Muguerza.
"Otra técnica es la aplicación variable, con distintas dosis de herbicidas según la textura del suelo -por ejemplo, ajustamos la dosis de atrazina según textura-. Otro ejemplo es cuando diferenciamos áreas donde no aplicamos sulfonilureas donde el PH del suelo es muy alto", contó el ingeniero.
Otra tecnología que utilizan es la fertilización con dosis variable. "En ella hacemos cada cuatro años muestreo de suelos de alta definición y a partir de allí analizamos fósforo, azufre, calcio y materia orgánica pensando en el nitrógeno. Lo que más atención lleva en el sistema, es la aplicación variable de fósforo y así diferenciamos lugares que no requieren este nutriente, de otros que precisan dosis muy bajas y otros lugares donde no hay respuesta a la fertilización. Lo que hacemos es una nivelación con dosis variable de fósforo", indicó.
Todos los años trabajan con mapas de rinde y calculan las cantidades de fósforo que extrae el cultivo y reponen esa cantidad evitando la “agricultura minera” y la pérdida consecuente de minerales del suelo.
"Trabajamos con una fertilizadora de granulados con balanza, que se ajusta por temperatura e inclinación de la máquina, con mecanismos para aplicar dosis variable y corte por secciones", aseguró Muguerza .
Cuando hacen el mapeo de alta definición utilizan radiación gama de suelo y electro-conductividad. Esta última releva parámetros físicos del suelo como textura en forma general. Y con la radiación gama, se trasforman las muestras de suelo tomadas cada 5 o 6 hectáreas, en datos continuos. "Así tenemos mapas de los nutrientes del suelo, además de conductividad, medida con un medidor de cuchillas. Así conocemos los niveles de molibdeno, boro, cobre, cobalto, calcio, potasio, azufre y fósforo, con un dato cada 100 metros cuadrados, o sea más de 900 datos por hectárea", precisó.
En lo que hace a control de malezas, trabajan con el sistema Weed it Cuadro para aplicaciones selectivas por un lado, en cobertura total por otro y también con la programación de una dosis más alta exclusivamente sobre las malezas que lo requieren. En este caso la sensibilidad de los sensores de malezas se calibra para la detección de malezas más desarrolladas que requieren una dosis distinta.
"Así aplicamos una dosis mínima en cobertura completa y una dosis mayor para las malezas de mayor tamaño. Es lo que llamamos dosis variable en función del tamaño de malezas y todo hace que ahorremos herbicida y a la vez ganamos mucha efectividad en el control de las malezas", remarca el especialista.
Otra función que utilizan en el equipo es la aplicación de alta calidad, en cobertura completa con la regulación de dosis mediante el sistema PWM (pulse wide modulation), con el que se controla cada pico de manera independiente.
"Ello permite la compensación en curvas, es decir cuando la máquina dobla tenga la misma dosis en todo el ancho de la máquina, evitando que la parte interna de la curva tenga una mayor dosis porque va más despacio y la parte exterior a la curva que va más rápido tenga una dosis menor. Además, permite el corte en más secciones, o por pico. Ahora estamos incursionando en hacer dosis variable con ese sistema directamente con un mapa", adelanta el ingeniero.
Otro grupo que desarrolla técnicas y estrategias en aplicaciones dirigidas de fitosanitarios es el de Agustín Bilbao, que se llama Viento Sur, en el sudeste de Buenos Aires, donde han instalado ocho equipos que trabajan a pleno en la zona de Necochea, otro en Lobería, otro en Tres Arroyos y uno más en Tandil.
Son pulverizadoras autopropulsadas que han hecho campañas con dos aplicaciones por año. En cuanto al ahorro detalla Bilbao, hubo máquinas que bajaron al 5% la superficie tratada por lote, otras bajaron hasta el 20% del lote, y otras al 50%. Es decir que los ahorros en herbicida anduvieron en el 95%, 80% y 50%, respectivamente.
Al promediar las distintas situaciones, el ahorro ronda el 70%. Los trabajos se hacen en campos en forma individual con cada productor y con la participación de asociaciones como Crea y Aapresid.
"Lo cierto es que los ahorros en fitosanitario, en gasoil, agua y tiempo son realmente notables. También que el conocimiento involucrado y el trabajo previo para lograr estos beneficios es mayor que en las pulverizaciones tradicionales", reconoce Bilbao. Y completa la idea: "Pero los beneficios lo ameritan y por ello se difunden entre los productores".
Rural – Clarín – Juan B. Raggio