Los pronósticos prevén una campaña con menos lluvias y temperaturas más altas de lo normal en la región pampeana central. Cuando esto sucedió en años anteriores el escenario del manejo de plagas cambió. Hay mayor presión de insectos sobre los cultivos, las plantas estresadas son más vulnerables a las plagas y los productos para controlarlas se comportan distinto. El agua útil en el suelo y las precipitaciones que ocurran durante el ciclo del cultivo determinarán en gran parte el rendimiento. En esta campaña en toda la zona central del país los perfiles están con un marcado déficit hídrico y los pronósticos anuncian menores precipitaciones y mayores temperaturas a los promedios históricos. Habrá entonces cultivos con stress hídrico.
Una planta estresada es más vulnerable al ataque de plagas: se desarrolla más lentamente, tarda más en pasar de un estado fenológico a otro. Si en situaciones normales una plaga daña las hojas V2, la planta se defiende emitiendo rápido la hoja V3, pero con plantas estresadas esto no ocurre.
Y cambia su fisiología y composición interna. Las raíces disponen de poca agua. El sistema vascular, que traslada el agua (xilema) y moviliza los nutrientes formados (floema), funciona muy lentamente. La planta produce menos energía de la que necesita para formar flores y granos. Entonces reutiliza lo poco que ha logrado formar.
Su misión es producir proteínas, las cuales debe romper en aminoácidos o azúcares para lograr energía de este proceso. Las moléculas pequeñas favorecen la alimentación, y la reproducción de algunas plagas como trips y arañuelas. Son solo dos ejemplos de varios procesos que se alteran.
Los insectos modifican su comportamiento
El crecimiento lento de los cultivos hace que muchas plagas se comporten de una manera diferente a la de plantas desarrollándose normalmente. Tomando el ejemplo de soja, la oruga bolillera en plantas normalmente hidratadas está más expuesta con folíolos abiertos que la hace más vulnerable a predatores y a controles químicos.
Una planta estresada permanece con los folíolos cerrados, las larvas están protegidas, y “fabrican” hilos de seda para mantenerlos cerrados. Hay mayor supervivencia de insectos que se protegen. Muchas plagas, como la bolillera, transcurren el invierno en el suelo como pupas. Las lluvias afectan la cantidad de pupas que se transforman en polillas, que pondrán huevos y de allí salen las larvas que afectan al cultivo.
Sin lluvia con suelos más calientes hay mayor supervivencia de pupas. Esto ya está pasando y las trampas de luz muestran que la cantidad de polillas de bolillera que fueron capturadas en esta primavera es la más alta en 10 años. Los trips y las arañuelas disponen de un alimento ideal para que sus poblaciones crezcan. A mayor población menos efectividad de los tratamientos.
Los productos ...”ya no vienen como antes”
En años de sequía, las empresas que comercializan productos para el control de plagas han tenido la mayor cantidad de reclamos. El producto que años anteriores aplicaba y controlaba la plaga, “este año no me está funcionando”.
Es que al funcionar distinto la planta y habiendo poblaciones de insectos que se comportan de otra manera…. Los productos no funcionan igual. Cuando no hay estrés, la oruga bolillera permanece expuesta (folíolos abiertos). El contacto de la gota con la larva, más el efecto de alimentación de las hojas tratadas hacen que el tratamiento sea efectivo por contacto e ingestión.
En plantas estresadas solo funcionará la ingestión ya que es casi imposible llegar a ella en forma directa. Otra cuestión es el aumento de las poblaciones. Si en un lote hay un promedio de 10 orugas defoliadoras por metro y se hace un tratamiento con una eficiencia del 80%, quedarán 2 por metro, (satisfactorio).
Con alta población hay 50 orugas por metro, la misma aplicación de un 80% de eficiencia dejará 10 orugas vivas…Y la conclusión será: “este año el producto no anduvo”, cuando en realidad lo que cambió fue la población de orugas.
Un año donde se puede perder la “normalidad”
Plantas estresadas, poblaciones más altas, productos que no hacen lo que antes hacían… Son todos parámetros a tener en cuenta, ya que el agrónomo tiene la capacidad de entender estos procesos y modificar sus recomendaciones para el manejo de plagas. Se debe entender que las plantas estresadas necesitan más ayuda para sobrellevar plagas, que poblaciones más bajas a las habituales hacen más daño, que la plaga potencia la situación de sequía del cultivo. Deben ser ajustadas, no solo la toma de decisiones en cuanto al “umbral” o momento de acción, sino la elección y dosis de los productos a usar, siempre apoyado en una aplicación cuidada que preserve la llegada de la gota al blanco.
Rural – Clarín – Daniel Igarzábal