La incertidumbre es la única certeza para el sector agrícola frente al cambio climático. Sin embargo, hay indicadores que, más allá de los tecnicismos, señalan que éste es un “año Niña”, y de allí ya se pueden hacer algunas especulaciones a la hora de la toma de decisiones. Desde ya, la recomendación desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) es la permanente información climática para dispersar riesgos y repartirlos, ensayando distintos momentos de siembra, siempre teniendo en cuenta, en principio, la disponibilidad de agua del suelo durante este período de sequía.
En este contexto, es probable “que se presente, por ser año Niña, una primavera fresca”. Y para el verano, “se puede esperar que tengamos algunos milímetros por debajo de los valores normales que acumulamos en general”, arriesgó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta). En una charla virtual organizada por la estación Oliveros, el especialista brindó un panorama sobre las perspectivas climáticas para la toma de “decisiones agropecuarias inteligentes”.
Mercuri observó que este año el invierno “no empezó tan temprano, tardó en comenzar la secuencia de heladas, y ello impide que se desarrollen fenómenos de precipitaciones de magnitud”. De allí que no descarta que se produzca alguna helada más, por lo que será necesario seguir observando los datos que arrojan las estaciones meteorológicas, radares y satélites, para determinar la duración del ciclo.
“Hay que estar atentos al seguimiento y al riesgo que asumo si hago una siembra muy temprana, en cuanto a temperatura del suelo, probabilidades de heladas y disponibilidad de agua en el suelo”, remarcó. Es que “estamos en una serie de años secos”, dijo, aunque aclaró que se necesita la observación de muchos años para determinar esa tendencia. “Pero incluso los años en que llueve por encima de lo normal y que sostienen la disponibilidad de agua en el suelo, han sido años Niña”, dijo.
En ese sentido, Mercuri destacó que “en los años deficitarios, las conclusiones que elaboramos de los modelos tienden a minimizar la ocurrencia de lluvia”.
Aclaró, no obstante, que “no porque ahora hay una Niña y estamos deficitarios es el fin del mundo”. Señaló que no están acopladas las distintas variables globales como para favorecer con lluvia, pero “hay una inestabilidad a fin de septiembre, y los modelos no muestran que octubre sea un mes deficitario”.
En ese sentido, añadió que “si bien es probable que siendo un año Niña estemos ajustados en el acumulado de las precipitaciones y que no seguimos a los niveles normales de lluvia de cada trimestre, no hay ningún indicador que diga que está sequía se puede prolongar. Todavía no tenemos indicadores para decirlo”, dijo y pidió cautela con este dato que significaría el fin de la Niña. Por el momento, “tenemos más chances de lo normal de que las lluvias se presenten de forma normal a deficitaria en primavera y en el inicio del verano”, reiteró el refrente del Inta.
Por otra parte, Mercuri remarcó que “es muy importante tener en cuenta la variable de los días consecutivos sin lluvias para la toma de decisiones, para no caer justo en esos períodos”, a la hora de sembrar. Este es “un indicador nuevo y clave a seguir, especialmente porque tenemos tanta frecuencia de años deficitarios y una tendencia hacia una baja de precipitaciones, lo cual puede ser una tendencia hacia un ciclo más seco con el que estemos conviviendo y que se esté profundizando”.
El especialista en clima del Inta insistió con que todas las variables indicadas deben ser monitoreadas a través de los datos locales o regionales, dada la irregularidad y variabilidad climática en cada zona. Y ante la incertidumbre o dudas sobre qué sembrar y cuándo, “siempre hay que tener en cuenta en primer lugar si hay agua en el perfil del suelo porque es muy incierto lo que viene”.
Tener reserva hídrica “podría significar una chance para ensayar cultivos de ciclos más largos porque el riesgo va a ser un poco menor. Pero la clave está también en dispersar el riesgo; si hay posibilidades de hacer las dos alternativas (ciclo corto, ciclo largo), hay que hacerlo porque es tanta la incertidumbre, que cualquier cosa que uno diga está sujeto a mucho error”, advirtió.
Lo probable
Mercuri resumió las características más probables del comportamiento climático esperadas para esta campaña, que incluyen en principio, como ya se dijo, una disponibilidad de agua ajustada. “Vamos a estar a la expectativa de la caída de milímetros en lugares donde no hay agua en el suelo”, acotó. También es de esperar cambios bruscos, es decir, que “de repente vamos a tener un período de lluvias pero eventualmente varios días sin precipitaciones. Es lo que está ocurriendo ahora”.
Las lluvias se presentarían no regionalizadas, dispares e irregulares, a diferencia de lo que ocurre “en general en los años Niño, que vienen con eventos de precipitación que ocupan grandes áreas de nuestro territorio, que todos los radares meteorológicos en seguida suman para poder mapear una tormenta. No lo podemos ver con un solo radar”. En general estos años más fríos, tal como hasta ahora se ha perfilado el 2020, “es probable que tengamos lluvias más dispares, que estemos comparando en seguida con otras localidades y vecinos, para ver cuánto le llovió a cada uno”.
Respecto de los forzantes oceánicos, Mercuri transmitió que “estamos a inicios de primavera y se confirma el enfriamiento del Pacífico, y podría disminuir su impacto en el verano. Hay un tecnicismo por el cual se deben acumular trimestres móviles para determinar si viene Niño o Niña, pero evidentemente y lamentablemente estamos ante una situación de enfriamiento. Lo bueno es que por ahora es leve, y que los modelos dicen que terminaría tempranamente hacia fin de año, a inicios del verano y volvería a valores neutrales”, señaló el especialista.
“Convivimos con una alta variabilidad climática actual. Estamos a expensas de una mayor frecuencia eventos extremos, de alto impacto en los sistemas de producción. Vemos en el largo plazo que en el este del cono sur tiene una mayor frecuencia de precipitaciones normales o superiores a lo normal. Y en la franja subhúmeda y semiárida del país, más frecuencia de precipitaciones de normales a menores”, añadió Mercuri.
Según el profesional, los escenarios de cambio climático trazados en general no son adversos a los rendimientos de las producciones pampeanas. Las olas de calor en el centro del país son más frecuentes y tienen alto impacto en los veranos, no sólo en lo que hace a la disponibilidad agua sino en producción y bienestar animal.
Por todo lo expuesto es que “es muy importante la agrometeorología de precisión, por zona y por sistema de producción. Lograr tener datos locales para ver cómo funciona cada región, medir la napa a nivel local, medir la disponibilidad de agua. Y la agrometeorologia de precisión la hacemos también con la pala, no sólo el pluviómetro, viendo cuánto tenemos en el lote debajo de nuestros pies. La mejor preparación que tenemos que hacer interanual es la gestión del agua”.
“Otro gran desafío que tenemos es cómo aprender a tomar decisiones con información probabilística y dinámica. Todo lo que analicé que viene de la Niña es lo más probable, no es certero ni determinístico. Una recomendación es que (los productores) sigan los pronósticos de corto plazo, a lo largo de toda la campaña. Que comparen entre distintos pronósticos, distintas fuentes de datos”.
Y por supuesto también que se basen en el pronóstico estacional del Inta, que normalmente se emite a mediados de cada mes.
“El Centro Regional tanto en Oliveros como en Reconquista y Rafaela ha generado informes del estado de situación de los cultivos, del estado de evolución de las variables meteorológicas locales y están disponibles, son informes importantes para los tomadores de decisiones y para las autoridades, pero también son importantes para tomar conciencia de cuál es el estado de situación”, remató Mercuri.
“Estamos en un momento en el que se está definiendo el rendimiento del potencial del cultivo de trigo, estamos ya sembrando el maíz de primera y a las puertas de comenzar la siembra del cultivo de soja. De más está decir que fue un año muy particular, donde faltó el agua, donde las heladas nos han tenido a mal traer”, comentó Alejandro Longo, director regional de Inta Santa Fe.
“Nos parece muy importante saber qué va a pasar con el clima y cómo hacer para reservar el agua y algunas cuestiones que tienen que ver con la toma de decisiones inteligentes a la hora de manejar los cultivos, dijo sobre el inicio de la charla.
Gestión del agua
Tras la disertación de Mercuri, Longo reflexionó que los productores “nos tenemos que preparar en esta tendencia (de déficit hídrico) de mediano y largo plazo, pensar sistemas productivos que realmente puedan trabajar sobre la gestión del agua, no sólo desde el Inta sino desde otros organismos de ciencia y técnica y organizaciones de productores. Ya se viene pensando en sistemas que sean sustentables a lo largo del tiempo y en la gestión del agua no sólo en los momentos de déficit hídrico sino en los momentos de excesos”.
“Hoy nos convoca la sequía, pero en otros momentos nos urge el problema de las inundaciones. Entonces estas cuestiones que influyen sobre los sistemas de producción indudablemente nos generan siempre alguna incertidumbre”, concluyó Longo.