La siembra del maíz en fechas consideradas tardías, a partir del 15 de noviembre, tiene sus particularidades en cuanto al manejo de plagas. En palabras del especialista en la materia Daniel Igarzabal, “es positivo para evitar daños de algunas plagas y negativo para otras”. Por un lado, explica el reconocido ingeniero agrónomo, los insectos de suelo como el gusano blanco son menos influyentes porque en el momento más susceptible de la planta ya se encuentran completando el ciclo de vida, pero advierte que se ha visto que hay daños en plantas entregadas y vuelco a partir de que los gusanos se alimentan de las raíces en etapas muy avanzadas.
Por su parte la chinche de los cuernos (Dichelops furcatus) también es más peligrosa en etapas tempranas de siembra. “En diciembre ya tiene muchos hospedantes y las poblaciones se distribuyen más extensamente. En resumen, la presión es menor, pero no debe ser descuidada en las etapas de emergencia hasta segunda hoja totalmente desplegada, que es cuando los daños son mayores”, detalla Igarzabal.
Luego agrega que el retraso de la siembra del cereal también puede ser beneficioso para evitar ataques tempranos de la chicharrita (Dalbulus maidis) que transmite una enfermedad similar a un virus. “Cuando se siembra temprano y no hay otros cultivos se concentran en el maíz, en etapas tardías de siembra las poblaciones están más desagrupadas. De cualquier modo digo que es menos impactante, pero chicharritas va a haber y cada año más. Es un problema a resolver de aquí en más”, advierte.
La plaga a la que sin dudas hay que dedicarle el mayor cuidado, según el experto, es la oruga cogollera (Spodoptera frugiperda), ya que a la hora de hacer daño no hace distinciones entre maíces tempranos o tardíos, y seguramente en los segundos las infestaciones serán importantes. “Hasta el año anterior los materiales con genes VIP se comportaron como tolerantes y no fueron necesarios tratamientos, pero cualquier otro material ya debe ser considerado susceptible”, comenta Igarzabal, y añade: “Lo importante en estos casos sigue siendo el monitoreo porque se ha demostrado que, para lograr eficiencia, deben efectuarse tratamientos antes de que la larva entre al cogollo. Una vez adentro, ningún tratamiento supera el 20 al 30 por ciento de eficiencia. Por tanto monitorear y detectar un 20 por ciento de plantas con raspado alargado y larvas vivas (pueden morir si el material es tolerante) es fundamental para proteger al cultivo”.
Rural – Clarín – Lucas Villamil
Fertilización en maíz tardío: con información se empiezan a derribar mitos
En los últimos años se fue despejando un mito que se venía escuchando con frecuencia en los campos: este era que el maíz tardío requería menos nutrientes durante su desarrollo que el que se siembra en fechas más tempranas.
Pero en el último tiempo, una vez que se afianzó la producción del maíz tardío en la Argentina, se fue trabajando con ensayos generando mucha información que pusieron de manifiesto lo que muchos expertos explicaban: El maíz tardío necesita la misma cantidad de nutrientes que el de primera. Lo único que se diferencia es que el cereal sembrado en diciembre tiene disponibles más nutrientes del suelo.
“El maíz tardío genera una ventana muy interesante para el cultivo y le le da mucha estabilidad al cultivo a lo largo de los años. Y este año es paradigmático para afirmar esto porque hay muchas regiones donde no se hubiera podido sembrar maíz”, comenzó describiendo Jorge Bassi, presidente de Fertilizar Asociación Civil.
“Parte de un suelo que está con mayor temperatura, lo que moviliza una gran cantidad de nutrientes. Sembramos sobre un suelo rico de nutrientes pero los modelos indican que no debemos subestimar el potencial de rinde que tiene las fechas tardías y hay que usar los mismos modelos que usamos para maíz temprano”, agregó el directivo.
Bassi señaló que “la fertilización balanceada es muy importante” y debe partir de “una estrategia clara y definida para los 4 nutrientes principales (nitrógeno, fósforo, azufre y Zinc) en toda la Pampa Húmeda”.
En este sentido, explicó que si en la región donde siembra el productor se apunta a 180 kilos de nitrógeno para los maíces de primera, se tiene que llegar al mismo umbral para los tardíos pese a que el suelo tenga más cantidad de nutrientes disponibles.
Un punto que destacó Bassi fue la importancia del análisis de suelo para el maíz tardío. “Es quizá el cultivo que más lo requiere porque te permite conocer la variabilidad de nutrientes que existen en los suelos”, especificó.
Ante los precios atractivos que presenta el maíz en esta campaña, el presidente de Fertilizar Asociación Civil, entiende que hay que aplicar muy bien la metodología de análisis de suelo y el objetivo de rinde debe estar apuntado a altos potenciales.
“En general la fertilización no se debe retrasar demasiado, a las dos o tres hojas, porque después el crecimiento es muy rápido, las plantas tienden a ser más grandes y es difícil poder entrar como se hace en maíz temprano”, dijo haciendo foco al cuidado a tener a la hora de fertilizar.
“Se llegó a fertilizar solamente el 65% del área de maíz tardío en 2015. Se había dejado de lado esta técnica. Ahora, ya igualó al maíz temprano con el 95% de la superficie fertilizada y además, con dosis en aumento que empiezan a acercarnos más a lo que deberíamos llegar”, graficó.
En este sentido, sostuvo que las brechas de rendimiento son similares entre maíz temprano y tardío.” No nos debe sorprender maíces tardíos de 12.000 kilos. El error del productor es poner un objetivo bajo de rendimiento, porque esa decisión dispara el resto del manejo”, explicó.
“La fecha de siembra no incide de ninguna manera en el diagnóstico de la fertilización. Hay que poner fósforo, azufre, zinc, en la medida medida que sean deficitarios. Y nitrógeno para que rinda más”, definió a su turno Gabriel Espósito, docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto (Córdoba).
Coincidió que en el mismo lote hay mayor disponibilidad de fósforo y de zinc porque está más caliente el suelo pero los umbrales de fertilización son iguales tanto para maíz temprano como para maíz tardío.
“Lo único que te limita el uso de nitrógeno tanto en maíz temprano como en el tardío es la disponibilidad de agua”, definió.
Haciendo ensayos de alto potencial, la brecha de rendimiento del maíz de primera es de 3.600 kilos en relación al maíz tardío. El de primera podría alcanzar los 18.600 kilos versus 15.000 kilos del maíz tardío.
“Mucho de lo que falta es ajustar la nutrición, fertilizando de forma balanceada y agregando el nitrógeno que se necesita para alcanzar estos rindes”, dijo.
Rural – Clarín – Esteban Fuentes