Si hay algo que demostró la pandemia del Covid-19 es que el mundo está íntimamente conectado. Un pequeño acontecimiento a miles de kilómetros de distancia puede tener un impacto aquí. Consciente de esa realidad, las Naciones Unidas prepara para septiembre próximo una cumbre mundial sobre alimentos, enfocada en los sistemas de producción y consumo. Hay dos motivos por los cuales esta cumbre es importante para la Argentina. Uno es que, obviamente, todas las personas necesitan alimentarse para vivir y el otro es la importancia económica y social del agro en el país. Según los especialistas consultados por LA NACION, de esta cumbre pueden surgir iniciativas similares a las surgidas en las cumbres internacionales de cambio climático, también organizadas por la ONU, que luego tienen incidencia en las políticas nacionales.
En una discusión tan amplia, reconocen, hay riesgos, pero también oportunidades. Entre los primeros mencionan la posibilidad de que en la cumbre prevalezcan criterios como el de ciertos documentos de organismos internacionales como la FAO o visiones radicalizadas que, por ejemplo, ponen a la ganadería como la responsable de provocar el efecto invernadero. Entre los segundos, se coincide en que países de producción agropecuaria de avanzada como la Argentina pueden exhibir sus sistemas eficientes en el uso de la tecnología. El respeto al ambiente de la agricultura conservacionista, con el uso de la siembra directa y los cultivos de servicio, y la ganadería sobre pasturas que captura carbono de la atmósfera pueden inspirar a otras zonas del mundo.
“Los sistemas alimentarios tienen soluciones y debemos enfocarnos en ellas”, dijo Agnes Kalibata, enviada especial del secretario general de la ONU para la cumbre de Sistemas Alimentarios 2021, durante una presentación con periodistas de la región organizada por el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA).
Nacida en Ruanda y PhD en entomología, Kalibata preside la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA, por sus siglas en inglés). Expresó que es “muy importante” que las decisiones sobre políticas de alimentos estén “basadas en la ciencia” ante una consulta sobre los riesgos de que no se reconozcan sistemas de producción como los que se utilizan en la Argentina y el Mercosur.
“Cada sistema alimentario es local, no global”, dijo la experta y señaló que, en el contexto del cambio climático y la necesidad de abastecer con alimentos a una población mundial en constante crecimiento hay un desafío para los países “que hacen las cosas bien”.
En tanto, el director general del IICA, el argentino Manuel Otero, que será uno de los líderes de la cumbre, expresó que “la voz de nuestra agricultura (por las Américas) será escuchada”. En esto incluyó a la agricultura familiar, que en la región, dijo “es la responsable del 50% del empleo en las zonas rurales” y contribuye a sostener el tejido social.
Discusión
La puesta en marcha de la cumbre comenzó con una serie de presentaciones de trabajos y diálogos del sector privado, ONG, académicos alrededor de cinco ejes: “Asegurar el acceso a alimentos seguros y nutritivos para todos, cambio sustentable y saludable de los patrones de consumo; impulsar la producción positiva para la naturaleza; fomento de medios de vida equitativos y desarrollar resiliencia a las vulnerabilidades, shocks y tensiones”. La ONU busca que el debate sobre los sistemas alimentarios contribuya a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 que pretenden alcanzar el hambre cero, el fin de la pobreza, educación de calidad y bienestar, entre otros puntos.
Para Agustín Tejeda Rodríguez, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en los ejes propuestos no están presentes en un primer plano del debate temas como el comercio internacional de alimentos y el papel de la tecnología, aunque algunos de ellos aparecen como subtemas.
“Creemos que hay que destacar la importancia de un sistema global sin barreras para lograr seguridad alimentaria mundial de manera sustentable, también de la investigación y el desarrollo y la cooperación internacional para promover aumento de productividad, la mayor eficiencia en uso de recursos naturales y su conservación”, afirma y sostiene que es clave sostener sistemas regulatorios basados en ciencia. “Queremos mostrarle al mundo que esta región puede aumentar sus exportaciones con sistemas productivos sostenibles, contribuyendo a los objetivos globales”, sostiene Tejeda Rodríguez.
En tanto, Eduardo Trigo, asesor del IICA, docente e investigador, cree que es errónea la idea de que el sistema alimentario ha fracasado. Puntualiza que la producción agropecuaria se duplicó en 50 años y respondió al aumento de la demanda mundial. “Hay pobreza, son 800 millones de personas a nivel mundial que están fuera del sistema, pero es un problema de demanda no de oferta”, sostiene.
“Es una discusión amplia porque todos tenemos que ver con los alimentos; además en muchos países la agricultura es la actividad más importante”, destaca. “La Argentina puede exhibir su agricultura conservacionista y su ganadería sostenible”, añade.
Temas complejos
La Cumbre apunta a poner en marcha un proceso de transformación de los sistemas alimentarios a partir de una discusión ampliamente abarcativa, que inevitablemente afectará muchas de las tendencias actuales en cuanto a dietas y formas de producción”, dice Federico Villarreal, director de Cooperación Técnica del IICA y licenciado en Economía y Administración Agraria de la Fauba.
El énfasis, añade, estará puesto “en cuestiones nutricionales, sociales y ambientales”. Sin embargo, advierte que “la agricultura en general, y la ganadería, en particular se identifican como los ‘villanos’ más importantes en términos de emisiones de gases de efecto invernadero”. También advierte que el comercio internacional es visto “desde una perspectiva crítica, en favor de soluciones más ‘locales’ a los problemas que se enfrentan”.
No obstante, Villarreal señala que “la agricultura, en algunas regiones del mundo -y particularmente la nuestra- está lejos de ser ese villano; muy por el contrario, puede y debe ser un componente positivo a los objetivos de transformación que se persiguen”. La Argentina y la mayor parte de las Américas son “productores limpios y amigables con el ambiente, lo cual puede, si se terminan negociando bien los ejes de trabajo en la Cumbre, transformarse en un nuevo y potente factor de competitividad”.
Campo – La Nación – Cristian Mira