Aunque en Argentina es un sector exceptuado de cumplir el aislamiento obligatorio por considerarse “esencial”, el agro no es ajeno a las consecuencias negativas que la pandemia del nuevo coronavirus está dejando por todo el mundo.
Para Sebastián Senesi, director del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Fauba, hay cinco aspectos que hay que mirar de cerca para entender y proyectar cómo puede ser el futuro de esta actividad en el país.
1) Los impactos del coronavirus en la economía mundial, y particularmente en la muy golpeada economía argentina (restructuración de la deuda, emisión monetaria, déficit fiscal, inflación, aumento de impuestos, tasas de interés, etc.);
2) Los graves impactos del Covid-19 en la economía argentina y de otros países del globo —sobre todo en los que demandan alimentos—, y el progreso de los problemas, las operaciones logísticas, la gobernanza política y la gestión de la crisis instalada;
3) La producción agrícola de los países del hemisferio norte y las posibles dificultades para la Argentina a la hora de abastecer commodities agrícolas y alimentos;
4) Las noticias de los impactos de la peste porcina africana en la producción de China y de Asia (precios y cantidades de carne importada);
5) Los cambios en los hábitos de consumo, la demanda de productos alimenticios con origen, calidad y seguridad alimentaria certificados, el uso de e-commerce y delivery, la mayor proximidad al consumidor, y la retracción de ciertos consumos de productos y servicios. A esto se le suma la necesidad de establecer transacciones más coordinadas entre distintos actores que abastecen y dan servicio en las cadenas globales agroalimentarias.
Panorama
En diálogo con el servicio de divulgación científica de la Fauba, Senesi puntualizó que “la crisis actual golpea con fuerza prácticamente en todos los sectores. La drástica caída del consumo impacta primero en el de los servicios, luego en la industria y finalmente en la agricultura, ya que en lo último que se deja de gastar es la comida”.
“Los impactos son tremendos y por eso me parece que es básico analizar los hechos que vienen ocurriendo y sus posibles implicancias como para aportar a la toma de decisiones”, sostuvo Senesi.
Según su análisis, desde la Segunda Guerra Mundial no sucedía un cambio tan drástico del entorno. “Detener la actividad económica a semejante escala es algo realmente complejo. El planeta está organizado en sistemas de valor integrados, con una altísima cantidad de productos perecederos cuya logística es tan sensible como específica. Hubo que hacerlo, pero tiene consecuencias”, remarcó.
Senesi estima que el coronavirus agravará la recesión que ya venía sufriendo Argentina: de un pronóstico de caída del 1,5 por ciento del PBI, se podría pasar a una baja del dos por ciento. “Para un PBI de casi 450.000 millones de dólares, esta caída significa una pérdida de generación de bienes y servicios por más de 2.000 millones de dólares en términos de valor agregado, y de unos 5.000 millones de dólares a precios corrientes de mercado”, enumeró.
Aspiradora asiática
En este contexto, la esperanza es que se consolide la recuperación de China, el principal mercado de la carne vacuna argentina.
“La pandemia debilitó seriamente su sistema de producción de carnes, pero al haber controlado ya el coronavirus, es posible que en la segunda mitad del 2020 nos compre carne vacuna. Esto es muy positivo para nosotros, ya que podría elevar los precios duramente castigados en los últimos meses. China está volviendo al mercado con volúmenes crecientes y precios atractivos, aunque menores a los picos de 2019”, mencionó.
El sector frigorífico también gana gracias a un mercado doméstico que ha mantenido la demanda estable, aunque con cambios en las lógicas de consumo: se compra más carne para milanesa, olla y horno; y menos asado y achuras.
En cuanto a la producción agrícola, pese al estrés por sequía que sufrieron algunas zonas a fines de febrero, la producción de los cuatro cultivos más importantes (soja, maíz, trigo y girasol) rondará las 127 millones de toneladas, un buen volumen en términos históricos y que significa un valor bruto de la producción cercano a los 22.000 millones de dólares.
Senesi destacó, como aspecto final esperanzador, que “el rol de los alimentos en la recuperación es clave, porque es necesario mantener el cuerpo bien nutrido, elevar los índices sanitarios y tener una productividad mayor. Probablemente, el sector de los agronegocios esté entre los que ‘corran más rápido’ en la recuperación, pero aún es prematuro saber bajo qué reglas”.
Otro aspecto positivo para el experto de la Fauba es que probablemente mejore la imagen del agro y la comida en la mesa.
La Voz del Interior