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Lunes, 25 Enero 2021 11:51

Granos gruesos: una campaña signada por el fenómeno La Niña y con final abierto

En la evolución de la campaña agrícola 2020/21 pueden diferenciarse en dos etapas: desde la implantación de los cultivos hasta el 10 de enero y luego de esa fecha. En la primera fase reinó una fuerte preocupación entre los productores de muchas zonas, por la desfavorable evolución de los cultivos a raíz de la escasez de humedad; el 10 y 11 de enero tuvieron lugar lluvias en Buenos Aires, La Pampa y en algunas áreas de Córdoba y de Santa Fe, que se complementaron con las del último fin de semana, que, aunque acotadas e irregulares, generan una esperanza de moderada recuperación en los rindes, sobre todo para los cultivos de siembra tardía. Hay que aclarar que muchos agricultores resaltan que faltó una lluvia importante de 100-150mm en diciembre de 2020, que hubiera dado seguridad agronómica y económica a los planteos.

También hay que considerar que los pronósticos siguen indicando que el fenómeno La Niña está instalado y que es altamente probable que recién se diluya en la transición hacia el otoño. Resultado: seguirán las lluvias acotadas en las próximas semanas.

Al trazar un panorama nacional, se ve que prevalecen las zonas con problemas sobre las que tendrán buenos resultados. Las peores condiciones se observan en Santa Fe, Córdoba, norte de Buenos Aires y Entre Ríos, en tanto que hay mejoras relativas en el sur, centro y oeste de Buenos Aires, y en La Pampa.

Una mirada sobre la evolución de los cultivos en la zona núcleo permite advertir que las lluvias llegaron tarde para los maíces tempranos y se prevén sensibles mermas de rendimiento en más de la mitad de los lotes. También se observa que las sojas de primera, luego de un avance a los tirones durante octubre, noviembre y diciembre, reavivan las esperanzas de recuperación a partir de las precitaciones del 10, 11, 16 y 17 de enero y si sigue lloviendo en las próximas semanas, sobre todo al llegar a las etapas R3 y R4 (vainas completamente desarrolladas).

La soja y el maíz de segunda habían arrancado con el tanque vacío al momento de siembra, pero tienen mejores perspectivas a partir de las recientes lluvias, aunque todavía queda mucho por recorrer porque los perfiles sólo tienen humedad superficial, que se consume rápidamente, y que exige una rápida reposición.

Una de las zonas más castigadas es el norte de Buenos Aires. Por ejemplo, en el partido de Pergamino llovieron solo 150-200 milímetros desde abril hasta octubre de 2020; en noviembre y diciembre los registros siguieron siendo bajos y desparejos.

Esa realidad determinó una escasa provisión de agua durante el barbecho y que los cultivos contaran con solo 50% de agua útil al momento de siembra versus el 90-100% habitual en años anteriores. "Arrancamos sin reservas y después hubo lluvias insuficientes para el maíz y la soja en 2020, que recuerdan la figura del mendigo que pide en la puerta de la iglesia y se alimenta con las limosnas que consigue día a día", gráfica el consultor Julio Lieutier.

Maíz castigado

En ese contexto, el maíz temprano resultó el cultivo más castigado. "En la ruta 8, de Pergamino a San Antonio de Areco, hay muchos lotes con plantas raquíticas, que sufrieron problemas durante la polinización, que se traducen en mala granazón de las espigas", observa el técnico. Las lluvias del 10-11 de enero y posteriores llegaron tarde para estos maíces de primera y se admiten pérdidas de rinde del 15-20% o más de acuerdo a la calidad de suelo, densidad de siembra, etc.

Los maíces de segunda también arrancaron con la luz de alerta encendida en el tablero. Su evolución está atada, inexorablemente, a la magnitud de las lluvias de febrero, momento en que se define su rendimiento. Si los registros se normalizaran, se podría conservar la esperanza de alcanzar rindes cercanos a los históricos, según Lieutier.

Las sojas tempranas sembradas en octubre llegaron a la floración con sólo 30 centímetros de altura. Además, sufrieron varios ataques de isoca bolillera, que costó controlar porque la eficiencia de las aplicaciones fue baja, al realizarse en condiciones de muy altas temperaturas y baja humedad relativa. También fueron objeto de ataques de trips y arañuela, que no fueron barridos por las lluvias; exigen tratamientos químicos si hay muchos focos, porque el escaso desarrollo de las plantas no ejerce competencia eficaz con estas plagas.

Sin embargo, "el mal estado no es definitivo y podría revertirse si lloviera bien en febrero, o también podía seguir la condición del mendigo si persiste sin cambios el evento La Niña", condiciona el asesor.

Las sojas de segunda arrancaron con pocas reservas hídricas. Recibieron un chaparrón en noviembre y luego nada hasta las lluvias de mediados de enero. El desarrollo de la canopia es escaso y sufrieron ataques de Rhizoctonia y de barrenador. "Les faltan los 100 mm en diciembre de otros años, que recargan el perfil luego del consumo del trigo, y aseguran una buena evolución durante el ciclo vegetativo", razona Lieutier.

En la zona de Rosario venían con una sequía importante durante el invierno y la primavera, pero llovieron 60mm el 10 de enero y hubo buenos registros el último fin de semana. "El maíz de primera se veía muy flojo y las lluvias de enero sólo podrán mejorar el peso de los granos, pero no su úmero", afirma el productor Luis San Román, al recorrer sus cultivos con espigas en grano lechoso-pastoso.

"Con plantas de poca altura y espigas que no cuajaron el 100% de los granos, el rendimiento esperable es muy dudoso; el histórico de la zona son 100qq/ha, pero este año viene complicado y podría caer a 60-70qq/ha", conjetura el empresario.

Los cultivos de segunda tienen mejores perspectivas: "las lluvias de los últimos días le darán un empuje importante", se esperanza.

"Las sojas de primera estaban aguantando la seca; con los 60mm de enero pueden recuperarse, sobre todo si sigue lloviendo en las próximas semanas", agrega.

"Hay que defenderlas de las malezas resistentes a glifosato; no siempre se pueden erradicar, pero hay que aprender a convivir con ellas manteniéndolas en niveles tolerables", aconseja.

San Román nota que cada lluvia de este mes se absorbe inmediatamente en el suelo sediento. Se sabe: el perfil arrancó la campaña sin agua almacenada, algún chaparrón permitió sembrar, "pero los cultivos avanzan a los empujones, con cada golpe de agua", resume.

En Rufino, las lluvias de diciembre-enero fueran escasas y la soja de primera lo reflejaba por la pérdida de urgencia de las hojas y entrenudos cortos, con previsibles dificultades durante la cosecha. Ocurre que, en verano, la evapotranspiración consume por lo menos 4mm por día y una lluvia de 20mm sólo alcanza para cubrir las demandas hídricas de una semana. Por esa razón, se necesitan registros importantes en las próximas semanas, principalmente al llegar a los estados reproductivos. En definitiva, una campaña con final abierto.

La excepción del sur bonaerense

En términos generales, en el sur bonaerense los cultivos se desarrollaron muy bien. "En Tres Arroyos, los maíces y los girasoles están espectaculares porque recibieron suficiente agua durante el ciclo", afirma el consultor Benjamín Banks.

"La implantación fue muy buena, porque partió de un perfil cargado; luego hubo un corto período sin precipitaciones, tras lo cual llovió regularmente hasta ahora, aunque con el manchoneo propio de las tormentas de verano", rememora.

Los girasoles están terminando la floración con temperaturas favorables para el llenado de granos y Banks espera rendimientos equivalentes al promedio histórico o 10-15% por encima. En los lotes más profundos del sur bonaerense -Cascallares, Belloc, por ejemplo- se pueden esperar 2500-3000kg/ha, mientras que en los más someros -de Tres Arroyos a González Chávez y San Cayetano- pueden llegar a 1500kg/ha.

Los maíces también muestran buen desarrollo, con perspectivas de rindes altos. El área sembrada en la zona fue similar a la del año pasado, aunque la soja cedió terreno al girasol y al maíz por su menor precio al momento de siembra y por rindes más erráticos en la zona. Los productores han ido vendiendo parte de la cosecha esperada para asegurar precios y eludir el riesgo de aumento de retenciones.

Campo – La Nación – Carlos Marín Moren